¿Es el infierno exotérmico o endotérmico?

No todos los días vamos a tocar temas muy serios, profundos o de relevancia social. Hoy trataremos un mensaje que se ha transmitido y retransmitido muchas veces y que es tan divertido como brillante: la respuesta que da un alumno a un determinado examen de Química.

El hecho es que la Química Recreativa es una de las especialidades que siempre me han motivado para estudiar, pero nunca me he venido arriba lo suficiente como para estudiar tanto… Prefiero ver a Neil DeGrasse Tyson en la versión nueva de Cosmos. Pero bueno, lo que traigo hoy es la respuesta a un curioso examen que… Bueno, se explica sola y después la comentamos…

Falla quemándose.
El hecho de no tener a mano fotos del infierno exotérmico me ha forzado a subir una foto de una falla en plena combustión. Foto: Sergi Albir (http://Archerphoto.eu )

¿Es el infierno exotérmico o endotérmico?

Un profesor un poco cachondo de Termodinámica había preparado un examen para sus alumnos. Este tenía una sola pregunta: “¿Es el Infierno exotérmico (emite calor) es endotérmico (absorbe calor)? Justifica tu respuesta.

La mayor parte de los estudiantes escribieron su respuesta basándose en la Ley de Boyle (el gas se enfría cuando se expande y se calienta cuando se comprime) o alguna variante. Un estudiante, sin embargo, respondió lo siguiente:

Primero, necesitamos saber cómo varía en el tiempo la masa del Infierno. Así, necesitamos saber la frecuencia con la que las almas entran en él y la frecuencia con la que salen. Opino que podemos asumir sin ninguna duda que, una vez que un alma ha entrado en el Infierno, ya no sale nunca más. Así pues, no hay frecuencia de salida. Para calcular cuantas almas entran en el Infierno, tengamos en cuenta las distintas religiones que existen hoy en día en el mundo.

Algunas de estas religiones afirman que, si no eres miembro de ella, irás al Infierno. Debido a que hay más de una de estas religiones y teniendo en cuenta que una persona no pertenece a más de una religión al mismo tiempo, podemos afirmar que toda la gente y todas sus almas van al Infierno.

Con las tasas de natalidad y mortalidad llegamos a la conclusión de que el número de almas que ingresan en el Infierno crece exponencialmente.

Ahora miramos la variación del volumen del Infierno debido a que a la Ley de Boyle establece que, para que la temperatura y la presión en el Infierno permanezcan invariantes, el volumen de este se tiene que expandir según se van añadiendo almas. Esto nos da dos posibilidades:

Si el Infierno se expande a una velocidad más baja que la frecuencia a la que entran las almas, entonces la temperatura y la presión en el Infierno se incrementarán hasta que este reviente.
Por supuesto, si el Infierno se expande a una velocidad mayor que la frecuencia de entrada de almas, entonces la temperatura y la presión caerán hasta que este se congele.
Así pues, ¿cual es la conclusión?

Si aceptamos el postulado que enunció mi compañera Theresa Banyan en el primer año de carrera y que decía algo así como: “El Infierno se congelará antes de que yo me acueste contigo”, y dado el hecho de que todavía no lo he conseguido entonces el enunciado número 2 no puede ser cierto así que la respuesta es:


“El Infierno es exotérmico”


P.D.: el alumno obtuvo Matrícula.”

Infierno exotérmico

De nuevo, la realidad es durísima y esto, a pesar de que hubiese sido espectacularmente interesante, no sucedió. Este invento empezó a dar vueltas por algunos foros americanos en 1997, diciendo que era un examen real de un profesor de Química, en algunos casos de Oklahoma y otros de Yale, con diferentes versiones respecto a las partes finales de la carta: en un principio no se decía la nota del estudiante, y en ocasiones el examen iba sin el brillante pináculo final sobre Theresa Banyan y la congelación del infierno.

Pero la historia era más antigua, de los años 20 del s.XX.Parece ser que el autor fue Paul Darwin Foote, un brillante doctor, pionero en la medición de altas temperaturas, que publicó el artículo “The Temperature of Heaven and Hell” en una revista de la Taylor Instrument Company, pero no ficcionaba la contestación a un examen. En el 60 se publica en una revista, y se recoge después en el 62 en un libro, en el 72 se modifica notablemente y se incluye una cuantificación de la temperatura del cielo, pero invierte las conclusiones, basándose en Isaías 30:26 (“Y será la luz de la luna como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que el SEÑOR ponga una venda en la fractura de su pueblo y cure la llaga que El ha causado. ) y establece la temperatura del cielo en 525º, mientras que la del infierno la deja en torno a los 445º, que es cuando el azufre empieza a evaporarse (esto lo encuentran en Apocalipsis 21:8 (“Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los mentirosos recibirán como herencia el lago de fuego y azufre. Ésta es la segunda muerte. “). En el 79 vuelve a publicarse, y el infierno vuelve a estar notablemente más caliente que el cielo, y de ahí hasta el 97 el camino nos resulta inescrutable. En la traducción al castellano se pierde un postulado inicial, en el que se asume que si las almas existen, deben tener ALGUNA masa, postulado que está directamente en contra de lo sostenido por la Iglesia Católica, que específicamente permite la existencia de almas sin masa. La información está extraída en su mayoría de http://www.snopes.com.

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